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Sube a la nave. Irremediablemente ausente.

Personal

El hombre que todo lo podía. Leonardo Boff

El hombre que todo lo podía. Leonardo Boff

Había un hombre que todo lo podía. No sé si era alguien del tiempo en que las magias eran verdaderas o alguien que había llegado al punto culminante del proceso evolutivo. Se llamaba simplemente el hombre-que-todo-lo-podía. Tenía una obsesión: la tranquilidad. No soportaba el torbellino de las cosas cotidianas y decidió huir de ellas.

Un buen día abandonó todo y buscó lugares solitarios para poder gozar de la tranquilidad de estar quieto. Después de algunos días, empezó a pensar y con la reflexión le vino la preocupación. Se dio cuenta de que estaba girando a una velocidad de 1.700 kilómetros por hora, pues esa es la velocidad de la Tierra que lo arrastraba irresistiblemente consigo.

Como era el hombre-que-todo-lo-podía resolvió abandonar el suelo terrestre y se fue con su satélite, allá arriba, mucho más allá de la estratosfera. Corría mucho, pero por lo menos esa velocidad era menor que la de la Tierra alrededor de su eje. Pronto perdió la tranquilidad porque se dio cuenta de que giraba junto con la Tierra a 107.000 km por hora alrededor del Sol. Enfurecido, ideó una salida que le asegurase la tranquilidad. Decidió trasladarse fuera de la órbita terrestre. Se fue cerca de Júpiter. Ahí estaría, por fin, libre de la escalofriante velocidad de la Tierra. No tardo mucho, sin embargo, en inquietarse sobremanera. Por más que huyese de la Tierra, no podía huir del Sol. Y juntamente con el Sol y los otros planetas se encontraba girando a 250 km por segundo alrededor del centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea.

Como era el hombre-que-todo-lo-podía resolvió abandonar el sistema solar. Buscó otro parajes cósmicos. Se fue tan lejos que poco le importaba saber en qué sistema estelar se encontraba. Así por lo menos estaba tranquilo.

Cierto día, sin embargo, descubrió un dato que le robó totalmente la tranquiildad. Estaba efectivamente girando a una velocidad de 1.500 km por segundo, acompañando a nuestra galaxia en un viaje alrededor del centro de un conglomerado de otras 2.500 galaxias vecinas.

Se puso furioso. Empezó a andar en sentido contrario al de la galaxia, seguro de que así anularía la velocidad y podría sentirse practicamente en reposo.

Pero cierto día enmudeció de terror e impotencia. Se dio cuenta de que, integrado en el conjunto de todos los cuerpos celestes, conglomerados de galaxias y sistema solar estaba corriendo, no, huyendo a una velocidad de 5.790 km por segundo, de un punto imaginario del espacio donde presumiblemente todos tuvieron su origen, el big-bang, ocurrido hace 15.000 millones de años. Aunque nadie sabe en dirección hacia dónde huía.

Finalmente, el hombre-que-todo-lo-podía intuyó que, por más que huyese, no podía huir lo suficiente. Era llevado por algo mayor que lo envolvía todo.

Y el hombre-que-todo-lo-podía renunció a su nombre y a sus pretensiones. Regresó humildemente a la Tierra y a su casa. Se sentó en el balcón y se puso a contemplar la tranquilidad de todas las cosas. A pesar de la velocidad, ellas estaban como paradas en la tranquila serenidad y la serena tranquilidad de una naturaleza muerta. Aceptar la velocidad era encontrar la tan ansiada tranquilidad.

Sueños...

Sueños...

Esta poesía la escribí hace ya ocho años. Espero que os guste y os haga pensar un poquito. Esto es sólo el principio.

Por cierto, hoy es mi primer día oficialmente como personal de la Politécnica de Madrid, a partir de hoy ya no trabajo de gratis, yuju!!!

¿SUEÑOS? 

De repente desperté/y vi que todo era un sueño,/que todo era mentira/que no había una vida./ Mi cuerpo se estremeció/mi alma lloró,/no eran lo que parecían/eran simples profecías. /El miedo me asoló/el pánico me llenó,/yo no era yo/era el yo de la mentira./ De nuevo desperté/de un nuevo sueño,/en el que soñaba que soñaba/un mundo que no era nada.

Cañonerooooooooo!!!!!!

Cañonerooooooooo!!!!!!

Pipipipi-pipipipi!!! 6:30 AM, suena el despertador, hace calor, uff, pero ánimo! Hoy es un nuevo día. 7:10 AM, Marta, Fran y yo estamos subiendo al autobus estelar, y suena el móvil de Fran, es su padre, ha habido un accidente en la nacional 2, vamos a pillar atasco... Una hora después todavía estabamos en el puente de San Fernando, Marta y Fran viviendo su primer atasco, que emoción! Unos cuantos minutos después, el conductor se vuelve loco, y empieza a conducir a velocidades vertiginosas, y una cancioncilla suena en la cabeza de Marta: "Cañonero, cañoneroooooo!!!", en un plis-plas, ni lo ves ni lo verás, nos plantamos a la altura del accidente, y cual es nuestra sorpresa al ver que, dos de los tres carriles de la nacional estan cortados por culpa de... papel higienico, pan bimbo, naranjas, piñas, kiwis... que una excavadora se encarga de quitar de en medio. Las risas continuan en medio de más y más "Cañonerossssssss" hasta que llegamos a Avenida América y con pies en polvorosa salimos hacia el metro.

Lo que no nos pase a los que viajamos a Madrid todos los dias a trabajar, no le pasa a nadie. Marta y Fran, bienvenidos al club de los pringüis que sufren atascos.